Tejiendo el futuro
Giorgio Armani es uno de sus mayores fans. El modisto fue de los primeros en descubrir para su vida privada y su marca los pavimentos de vinilo made in Sweden. Desde mediados de la primera década del 2000, no sólo revistió los suelos de sus boutiques y de un hotel, sino también su casa y su yate. Incluso utilizó los tejidos sintéticos de Bolon como fondo para algunos productos de un catálogo de productos Armani. ¿Pero cuál es el punto de encuentro entre la elegancia italiana y una alfombra sueca, entre el lujo y el arraigo?
La respuesta se encuentra en la familia Eklund, o mejor dicho, en la tercera generación de la empresa Bolon. Desde 2003, las hermanas Annica y Marie Eklund dirigen la empresa que su abuelo fundó. En 1949, Nils-Erik Eklund y un socio comenzaron a montar una pequeña tejeduría en Estocolmo. A partir de sobrantes textiles de una empresa vecina —tiras multicolores que rebosaban los cubos de basura—, les surgió la idea de producir alfombras de retales, a pesar de que en la época del naciente boom económico de la posguerra ni siquiera se había oído hablar del reciclaje. El nombre de la firma se remonta a los comienzos de la misma: Bolon fue acuñado con las primeras letras de bomull (algodón en sueco) y nylon. La siguiente generación Eklund, el hijo, Lars Eklund, y su mujer, Monica, gobernaron la empresa durante los años sesenta. La pasión de la pareja por la acampada dio vida a una muy exitosa ampliación de la gama: alfombras para el porche de las autocaravanas, en la línea de las tradicionales alfombras de retales escandinavas, empezaron a salir de la fábrica de Bolon en masa. Por aquel entonces, sus hijas, Marie y Annica, estaban de acuerdo en que nunca entrarían a formar parte de la empresa familiar; para ellas, los pavimentos eran tremendamente aburridos. Pero todo cambió en 2003. Marie concluyó su carrera de modelo en Italia y Annica, la de amazona en el equipo nacional sueco de salto de obstáculos. Bolon ofreció a ambas la oportunidad de comenzar de nuevo.
Desde el inicio, las dos hermanas estaban de acuerdo en reposicionar la marca, de modo que sus intereses personales, la moda y el diseño se reflejarán en los productos. Descubrir que Armani se equipaba con Bolon les vino como anillo al dedo. Estaban convencidas de que si un creativo de este nivel sabía apreciar la calidad de sus pavimentos sintéticos debía haber un potencial que desarrollar. Y el tiempo les dio la razón. Hoy Mercedes, Adidas, Google, Reebok, Hugo Boss y Chanel, los clubes de playa de Cannes, el Brenners Park-Hotel de Baden-Baden, así como las naves de crucero de la compañía AIDA, revisten sus suelos con Bolon. Algunos de los mejores diseñadores y arquitectos, como el italiano Giulio Cappellini y el francés Jean Nouvel, diseñan para la empresa sueca — hoy con sede en Ulricehamn, en el sur del país— o utilizan los tejidos planos a base de cintas de vinilo para sus proyectos. «Gran parte de nuestro éxito se debe al hecho de que con la mayoría de la gente de nuestro entorno hemos colaborado durante muchos años», afirma Annica Eklund. Ella es la directora general de Bolon; su hermana Marie, tres años mayor, la directora creativa. «Creemos que de cada encuentro se puede aprender algo nuevo. Esta forma de pensar la llevamos en el ADN. No hacemos otra cosa que seguir el ejemplo de nuestros padres y abuelos». Bolon dispone de un producto único con un mensaje creativo propio. La técnica particular y destreza de los suecos consiste en tejer la urdimbre y la trama de distinto color y así conseguir sus diseños. Los hilos de las tramas pueden conseguir efectos de brillo o mélange, mientras que con fieltro de lana o hilos revestidos con una capa brillante se consiguen superficies de carácter tridimensional. Jean Nouvel está entusiasmado con los pavimentos de Bolon: «Trabajar con Bolon es como elegir la tela para un traje nuevo: quieres mirarla muy de cerca y tocarla. Los suelos de Bolon tienen un tacto muy atrayente; habitualmente no se usan fibras tan finas para pavimentos. Es precisamente esa delicadeza la que marca la diferencia». Y no solo eso: estas fibras planas son muy duraderas, fáciles de limpiar, transpirables, resistentes a la humedad y de secado rápido. Estas mismas propiedades, que explican el éxito que ya en su día tuvieron las alfombras de camping, son la razón por la que estas fibras se utilizan hoy en tiendas, oficinas, hoteles y barcos. Allí, donde se requiere un pavimento resistente, el vinilo es el material ideal: los arquitectos, de hecho, lo utilizan cada vez más en espacios de wellness, hospitales o colegios. El vinilo es uno de los materiales sintéticos más antiguos.
Desde hace muchos años, las hermanas prescinden de los ftalatos en la producción de vinilos por estar considerados como sustancias perjudiciales para la salud. En Ulricehamn, el reciclaje y la protección del medioambiente forman parte del credo corporativo. De ahí que en las instalaciones no solo se encuentren telares sobre los que se fabrican rollos o baldosas de vinilo, sino también máquinas como el llamado «aglomerador». Todos los materiales sobrantes que se originan durante el proceso de producción, como los recortes, hilos o productos de desecho de los proveedores, se vierten en esta máquina después de ser triturados y mezclados con nuevos materiales y agentes para fundirlos y unirlos de forma inseparable. El re- sultado: una materia prima completamente nueva que Bolon puede convertir en un nuevo pavimento. A partir de finales de este mismo año, los materiales reciclados serán introducidos en todas las colecciones —ya sean de la casa de modas italiana Missoni, de Jean Nouvel o del equipo de diseño de la propia empresa— para fomentar la sostenibilidad. Después de asumir la dirección del negocio familiar, Annica y Marie comenzaron a invitar regularmente a amigos y socios; por un lado, con el objetivo de exponer los productos de Bolon en un entorno desenfadado como el de un hogar y, por otro, para vivir plenamente su sentido de la familia y de la hospitalidad. En 2014 las dos hermanas inauguraron en Ulricehamn la casa de huéspedes Lake House, junto al río; más tarde, la Farm House en unas cuadras en las afueras de la localidad, así como la villa La Madonna, situada en el Piamonte italiano. Estos lugares no solo nacen para promover productos, se trata de la herencia familiar. Marie Eklund explica sus lazos con la familia y con Bolon así: «Siempre hemos gozado de la plena confianza y del apoyo de nuestros padres, de modo que pudimos desarrollar la empresa sin restricciones y a nuestro gusto. Y así fue cómo Bolon comenzó como una empresa de pavimentos tradicionales para convertirse en una marca de diseño con mucha personalidad».
Las fotografías del artículo son propiedad de Bolon.