Horario
Mar-Jue 10:00 - 19:00
Vie-Sab 10:00 - 20:00
La Cerdanya es una comarca muy singular. Es un territorio excepcional que ofrece, a quienes viven y a los visitantes, unas condiciones únicas que hacen de esta comarca un paraíso terrenal, cercano y auténtico.
Para empezar, hablamos de sus características orográficas, ya que es uno de los pocos valles pirenaicos con orientación de este a oeste, cuando la mayoría de los valles montañosos son dirección norte-sur. Esto hace que la insolación sea de las más importantes de Europa. Quiere decir; más horas de sol que otras zonas de su entorno. Así se entiende que, desde hace ya muchos años, hayan crecido proyectos para aprovechar la energía solar.
La Cerdanya, extensa y generosa — hablamos de más de 1.000 kilómetros cuadrados — está regada, además, por el río Segre y sus afluentes. Su llanura es una tierra rica, fértil y productiva, donde la agricultura y la ganadería ha tenido un peso relevante. Un valle de 1.200 metros de altura, rodeado de cimas de 3.000 metros.
Gastronomía, montaña, naturaleza, deportes, cultura y patrimonio, entre otras, son algunas de las posibilidades de disfrute en la Cerdanya. Así, es lógico el crecimiento que ha tenido estos últimos años el sector servicios y cómo se ha desarrollado, a su alrededor, un potente sector inmobiliario, profesional, que ofrece una amplia cartera de posibilidades en el mercado de la vivienda. La Cerdanya lo tiene todo.
Además, un territorio cercano a Barcelona —menos de dos horas— y a Gerona —menos de dos horas y media—Repasamos en este texto sus principales méritos.
En todas las épocas del año, la Cerdanya presenta una permanente belleza paisajística. La coronan cimas como La Tosa (2.535 metros), el Carlit a sus espaldas (2.900 metros) y el Puigpedrós en el extremo occidental (2.921 metros). Espectaculares son las vistas de este territorio desde miradores naturales como Guils de Cerdanya o Lles, con la pared del Cadí como icono único.
Es gracias a este entorno, a este valle y a las montañas que lo rodean, que la afición al montañismo y al deporte al aire libre, en mayúsculas y en todas sus expresiones, está muy presente.
Estas son algunas de las opciones que se pueden practicar en la Cerdanya: running, excursiones, bicicleta de montaña (hay numerosas pistas señalizadas y caminos rurales), parapente, bicicleta de carretera (con vías secundarias que permiten trayectos llanos de más de 150 kilómetros o puertos de más de 2.000 metros, para los más preparados), escalada, raquetas de nieve, golf (hay hasta tres campos de golf de primer nivel) y esquí, entre otros. Del esquí, difícil encontrar un territorio en todo el Estado que concentre hasta trece estaciones de esquí, alpino y nórdico. Es verdad que, de estas, cuatro están en el Capcir, pero están a menos de 45 minutos en coche de Puigcerdà, por ejemplo. La nieve domina las cotas más altas de la Cerdanya y el esquí está presente en muchos hogares ceretanos.
Además, cabe destacar que la Cerdanya cuenta con instalaciones deportivas, como el Polideportivo de Puigcerdà, donde se puede practicar patinaje, curling y hockey sobre hielo, si hablamos de deportes de invierno, o baloncesto, fútbol, tenis y pádel, si se utilizan las instalaciones de éste y otros equipamientos de la comarca.
Por ejemplo; hay diferentes instalaciones de aguas termales, como Dorres, Llívia, Llo, los Baños de Sant Vicenç o las Termas la Collada. Centros, algunos de ellos, preparados incluso para realizar masajes y otros tratamientos. Son termas naturales al aire libre, en algunos casos. Un placer indescriptible relajarse en aguas sulfurosas, de más de 30 grados de temperatura, rodeados de paz y naturaleza.
La Cerdanya es una potencia gastronómica. Desde hace años, se han instalado reconocidos chefs. No hay una población o aldea sin un restaurante de referencia. Lugares como Bellver de Cerdanya, Das, Ger, Bolvir, Meranges, Guils de Cerdanya, Lles, Urús, Prullans, Alp, Martinet, Riu, Prats i Sansor o Puigcerdà, tienen buena cocina. Pero en este listado, Llívia actúa con liderazgo. En esta pequeña villa, se concentra más de una decena de restaurantes de primera línea, con premios y reconocimientos del sector gastronómico estatal, algunos de ellos. Y si hablamos de panaderías, reconocidas por la calidad de sus panes y tartas, desde Martinet, Bellver de Cerdanya, Alp, Puigcerdà y Llívia. ¡Ah! ¡Y pastelerías! Cómo, si no, la Haba de Oro del Pirineo ha sido, por años consecutivos, para un establecimiento de Llívia, en la Cerdanya.
La Cerdanya dispone actualmente de una elevada oferta de productos locales que va desde la miel, hasta la harina, los yogures, los quesos, los helados, los embutidos, la carne de potro, ternera y cordero, las hortalizas, los nabos, la cerveza, las patatas, los huevos, los licores de montaña, las mermeladas y la fruta, entre otros. Y en éste, entre otros, podríamos incluir el vino, el vino de altura. Diferentes experiencias ya funcionan desde hace unos años en la comarca. En Montellà, Bolvir, Meranges y Llívia, por citar unos pocos. Y algunos, con el éxito de premios recientes que demuestra que los viñedos en la Cerdanya han llegado para quedarse. El éxito de estas iniciativas, sin duda, está en la fuerza de sus emprendedores.
Quizás, todos estos elementos que se han destacado en el texto no han captado su interés, porque el lector de estas líneas valora también el legado patrimonial, la cultura, las tradiciones y la historia. Desde Martinet a Llívia, de punta oeste a punta este del territorio ceretano, los vestigios, los monumentos, los núcleos, las poblaciones nos ilustran el paso de la civilización por este valle. Núcleos históricos bien conservados en Bellver de Cerdanya, Puigcerdà o Llívia, los bunkers de Martinet, los yacimientos en Bolvir o Llívia —donde está el único foro romano del Pirineo—, por citar unos, el Castillo de Llívia, los Esterragalls de All (Isòvol)… es una lista difícil de confeccionar aquí, donde para cerrar este capítulo destacaremos las muchas iglesias románicas de este entorno.
Además cada pueblo mantenie sus tradiciones y fiestas locales (la fiesta de la “Vella de l'Estany”, la trashumancia, las “caramelles”, el encuentro de corales, las ferias…) y, especialmente, el hablar de la Cerdanya.
Para acabar, en estos últimos tiempos, desde hace unos 50 años, es destacable la oferta cultural que ha ido creciendo en la Cerdanya. Especialmente en épocas veraniegas y navideñas. Son ya conocidos los festivales de música en verano, con propuestas de jazz, clásica, pop, country y otras que van desde Puigcerdà, hasta Bolvir, Alp, Bellver de Cerdanya o Llívia, entre otros. Festivales de magia, festivales de títeres, festivales de circo, el Cerdanya Film Festival… Propuestas culturales, como seminarios y conferencias, la Universidad de Verano Ramon Llull de Puigcerdà, visitas guiadas o teatro, entre otros. Y equipamientos culturales bien diseñados y completos como la biblioteca de Puigcerdà o algunos de los museos ceretanos, como el de Llívia, con una de las farmacias más antigua de Europa.
Éstos son valores reales que ofrece actualmente la Cerdanya. Y no están todos, ya que se hace difícil albergar más aspectos a destacar en un texto limitado de espacio. Sin embargo, coincidiremos en que la Cerdanya es un paraíso. Un paraíso que, además, está junto a casa.
Horario
Mar-Jue 10:00 - 19:00
Vie-Sab 10:00 - 20:00